Por: Gabriela Jaime, columnista de Radiografía Informativa.
Los padres dan la vida, los hijos la toman, incondicionalmente. Así toman incondicionalmente a sus padres. Después el hijo toma también incondicionalmente todo lo que los padres dan, además de dar la vida: la herencia familiar, lo que los padres hicieron con esta herencia y lo que lograron ser y hacer con esta misma herencia y todo lo que hicieron para el hijo(a).
El hijo honra el regalo tomado a la vida y todo lo que le acompaña.
El que da, es porque antes tomó. Su dar es un devolver.
El tomar la vida que nos dieron los padres, provoca una deuda que impulsa a cada ser humano a dar a su entorno lo mismo que recibió. Por ello todos los seres humanos están impulsados a servir a la vida.
Y conseguimos estar al servido de la vida cuando estamos en sintonía con los órdenes del amor: Orden (el sistema más nuevo tiene preferencia sobre el sistema más antiguo, la persona mayor tiene preferencia sobre la persona más joven), Pertenencia (todos pertenecen, independientemente de lo que hayan sido sus vidas y pertenecen a todo) y Compensación (equilibrar el dar y recibir, integrar las polaridades, compensar las vivencias con su opuesto).
La situación de la madre, hijo y la pareja: el significado etimológico de esta palabra, pareja= conjunto de dos que tienen alguna relación entre sí, viene del latín: par, parís (igual) más –eja que nos hace sospechar de diminutivo de aurícula, oreja. Todo esto es un conjunto de dos que tienen una relación entre sí, para escucharse, no para lastimarse, el contenido de este párrafo asegura que el padre sólo es un mediador que tiene que buscar o pelear por un lugar en el espacio de la pareja, la madre y el hijo.
Esto es algo que en muchos de los casos en nuestro país y aquellos de naturaleza matriarcal, es muy común; sin darse cuenta que dan un giro totalmente sísmico a ese sistema si seguimos un patrón equívoco como este, ya que la relación inicial de ORIGEN es el PADRE y LA MADRE, que por orden de aparición en nuestro mundo es según data la historia, jerárquicamente es el hombre y segundo la mujer.
Esto no quiere decir de ninguna manera que las mujeres no tengan un primer lugar, están a la par en lugar, más no en jerarquía. Esto confunde mucho a los hijos y más en aquellos en donde la figura paterna es EXCLUIDA, ya sea por él mismo o por la pareja o madre, el PADRE no tiene que ser réferi o intermediario de nada, ni de nadie ya que solo con su lugar jerárquico como el primero, más el 50% de información cromosómica y de ADN que nos ha aportado para la vida, ya tiene un lugar por default, aumentando a esto que la relación de origen es entre hombre y mujer para dar DESPUÉS VIDA A UN HIJO, que llega en TERCER lugar; no puede aquel que tiene el primero por derecho natural y universal pelear por un tercero.
Esta situación a través de los años ha logrado que nuestra sociedad actual, tras el enojo de las MUJERES con los hombres, y ordenamientos que nulifiquen ante esa lealtad a la madre por AMOR, caiga en diversas adicciones: alcoholismo, drogadicción, homosexualidad, matrimonios desintegrados, matrimonios disfuncionales, enfermedades, soledad, déficit de atención, depresión, frustración, etc.
Es el hijo quien debe de adecuarse a la pareja y, si bien lo único que debemos y podemos exigir a los padres es AMOR, debemos tomar en cuenta si estos están en el sentido de poder dar algo, pues si nunca lo han tomado es imposible por regla física dar lo que no se puede tomar o no se ha tomado.
Hoy en día todos aquellos programas donde invitan a los padres a tomar consejos para ser mejores hablan del rendimiento de la autoridad sobre los hijos y estos no están preparados evolutivamente para solo tomar el amor, FREUD mencionó que los golpes que los padres dan a los hijos causan traumas, inseguridades y dolor pues aquel que golpee o golpea a su propio dolor, o golpea a quien lo golpeo.
La próxima semana trataremos el tema de el por qué y para qué de los golpes!
Informes para consultas al cel (55) 48841082. Gabriela Jaime Bojorges, CONSTELADORA